La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica y autoinmune que afecta principalmente las articulaciones, causando inflamación y daño en ellas. Aunque no se conoce la causa exacta de la artritis reumatoide, se cree que la interacción entre factores genéticos y ambientales juega un papel importante en su desarrollo.
Esta enfermedad puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen, pero con un diagnóstico y tratamiento por parte de un reumatólogo, es posible gestionar sus síntomas y minimizar las complicaciones a largo plazo.
Los síntomas de la artritis reumatoide pueden variar en su intensidad y presentación, y tienden a afectar simétricamente las articulaciones, es decir, si una articulación de una mano o pie está afectada, lo más probable es que también lo esté la otra. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
Dolor articular: Sensación de dolor, rigidez y sensibilidad en las articulaciones, especialmente por las mañanas o después de periodos de inactividad.
Hinchazón y calor: Las articulaciones afectadas pueden estar hinchadas, enrojecidas y sentirse calientes al tacto debido a la inflamación.
Rigidez matutina: Muchas personas con artritis reumatoide experimentan rigidez prolongada en las articulaciones al despertar, que puede durar más de una hora.
Fatiga: La artritis reumatoide puede provocar una sensación generalizada de cansancio y fatiga, que no siempre está relacionada con la actividad física.
Pérdida de movilidad: Con el tiempo, la inflamación crónica y el daño articular pueden llevar a la pérdida de movilidad y afectar la capacidad de realizar actividades diarias.
Nódulos reumatoides: Algunas personas con AR pueden desarrollar pequeños bultos debajo de la piel, llamados nódulos reumatoides, que suelen aparecer en áreas expuestas a presión, como los codos.
La artritis reumatoide no tratada o mal controlada puede tener complicaciones graves que afectan diferentes sistemas del cuerpo. Algunas de las complicaciones más comunes incluyen:
La inflamación crónica puede llevar a la erosión del cartílago y hueso en las articulaciones, causando deformidades y pérdida de función.
La artritis reumatoide puede afectar los pulmones, causando inflamación en el tejido pulmonar y aumentando el riesgo de enfermedades pulmonares intersticiales.
Las personas con artritis reumatoide tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares.
Algunas personas con AR también pueden desarrollar el síndrome de Sjögren, que afecta las glándulas que producen lágrimas y saliva, provocando sequedad en ojos y boca.
Es importante acompañar siempre un diagnóstico de artritis reumatoide por un médico reumatólogo, para evitar complicaciones y mantener una calidad de vida óptima.
Aunque la artritis reumatoide puede afectar a cualquier persona, existen ciertos factores de riesgo que pueden aumentar las probabilidades de desarrollar la enfermedad:
Factores genéticos: Tener familiares con antecedentes de artritis reumatoide puede aumentar la predisposición a padecerla.
Sexo: Las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar artritis reumatoide que los hombres.
Edad: Aunque la AR puede presentarse a cualquier edad, es más común en personas entre los 40 y 60 años.
Tabaquismo: Fumar cigarrillos aumenta el riesgo de desarrollar artritis reumatoide, especialmente en personas con predisposición genética.
El tratamiento de la artritis reumatoide tiene como objetivo controlar los síntomas, prevenir daño articular y mejorar la calidad de vida del paciente. Los enfoques que un reumatólogo puede tener para el control de este padecimiento son:
Los médicos pueden recetar medicamentos para reducir la inflamación, aliviar el dolor y frenar la progresión de la enfermedad. Entre ellos se encuentran los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), los corticosteroides y los medicamentos modificadores de la enfermedad (DMEARD) y los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF).
La fisioterapia y el ejercicio supervisado por profesionales pueden ayudar a mantener la movilidad y fortalecer los músculos alrededor de las articulaciones afectadas.
Llevar una alimentación saludable, mantener un peso adecuado y evitar el tabaquismo pueden tener un impacto positivo en el manejo de la enfermedad.
Algunas personas encuentran alivio con terapias complementarias como la acupuntura, la meditación y el yoga.
Es fundamental que las personas con artritis reumatoide trabajen en estrecha colaboración con su equipo médico para desarrollar un plan de tratamiento individualizado y ajustarlo según sea necesario.
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